sábado, 18 de octubre de 2014

Viajes interminables al infierno



Sandra (nombre ficticio por razones de seguridad), fue víctima de trata con fines de explotación sexual. Desde Nigeria a Marruecos, hizo el camino a pie durante un año y medio. Tenía diecisiete cuando partió y terminó de pagar la deuda en 2011, once años después de abandonar su país.

“La captación, transporte, traslado, acogida o recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogos a las esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos”.

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