domingo, 28 de octubre de 2012

Cómo se reorganiza el cerebro después de un trasplante de mano?



Hemos medido el tiempo de reacción del cerebro a distintos estímulos de presión y contacto en dos grupos de personas, el primero con manos propias y el segundo con manos trasplantadas", explica  Bagić a lainformacion.com. "La señal, que es mucho más lenta en los miembros trasplantados, mejora sensiblemente con el tiempo y se aproxima a la de los sujetos sanos al cabo de un año". Con ayuda del equipo español, los investigadores han medido también la reorganización a nivel cerebral de las señales y han descubierto el proceso por el que la mano trasplantada se va integrando de nuevo en el cerebro.
Evolución de las conexiones tras el trasplante de la mano derecha.
El cerebro debe comunicarse físicamente con la nueva mano, explica Anto Bagić, y los nervios deben ir creciendo para restablecer las conexiones. "El nervio crece aproximadamente un milímetro por día", asegura el investigador. Mediante resonancia magnética funcional y magnetoencefalografía los investigadores han observado este proceso gradual de recuperación de estímulos entre el cerebro y el miembro trasplantado. "A medida que transcurren los meses", apunta Bagić, "el cerebro recupera las conexiones y el trasplante es más funcional".
La investigación también ha permitido medir una asimetría en la recuperación según el segmento amputado. El brazo trasplantado a la altura del codo tardó más tiempo en ser funcional que la mano, puesto que los nervios receptores tienen que crecer una distancia mayor para alcanzar la mano, según Bagić. "Un trasplante más corto", resume, "se hace funcional en menos tiempo".
Perdiendo el "miembro fantasma"
A pesar de todo, la recuperación nunca es total. Cuando la fisioterapeuta pide a Chris Pollock que cierre los ojos y le toca la mano, éste sabe que le está tocando, pero no es capaz de decir aún con precisión en qué dedo está notando el estímulo. Si se le presiona la parte superior del pulgar, por ejemplo, puede que note que le están agarrando el dedo corazón. Aún así, es capaz de distinguir el frío del calor y de reconocer una superficie suave.
"Los dos primeros meses", explica la investigadora Nazareth Castellanos, que ha realizado buena parte de la aportación española al estudio,  "el cerebro no se ha dado cuenta de que le han puesto una mano porque los nervios están empezando a regenerarse".  A partir de ese momento el estímulo eléctrico empieza a llegar al cerebro en tanto que el camino se reconstruye.

El proceso que se produce tras una amputación es muy complejo y ha sido bien estudiado por investigadores como el prestigioso V.S. Ramachandran. En la primera fase, la reorganización espacial del cerebro cambia y se produce la sensación de que la mano o el brazo siguen estando ahí, en ocasiones de forma retorcida y dolorosa. Es lo que se conoce como "miembro fantasma" y que tiene otras implicaciones en el área sensomotora del sujeto. Como la cara y la mano están en áreas adyacentes de la corteza, a menudo sucede que el sujeto cree estar teniendo un estímulo en el "miembro fantasma" cuando el médico le toca la cara.
"El cerebro empieza a coger zonas que no son las suyas", resume Castellanos, "y una misma área recoge dos estímulos". "Un paciente al que le faltan las dos manos, cuando se le estimula el muñón se activa el área de la mano y también la de la cara". "Por decirlo de alguna manera", explica Bagic, "la corteza cerebral es un apartamento muy caro que no puede quedar desocupado. Si se queda vacío, alguien lo ocupará, y el vecino de al lado es el primero en la lista".
Este fenómeno perdura hasta dos o tres meses después del trasplante, momento en que la reconexión cerebral permite que la distribución sensomotora del paciente vaya retornando a la configuración inicial. "Lo que sucede", concluye Nazareth Castellanos, "es que el cerebro vuelve al patrón de antes, más parecido al de las personas que no perdieron nunca su mano y hay una reorganización global de las conexiones".

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